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Sr. MARCELO MOLINA M.
DIRECTOR DE DESARROLLO E INNOVACION
UNIVERSIDAD DE CONCEPCION

9 de junio de 2013. Chile ha experimentado un crecimiento sostenido durante las últimas décadas, que se ha traducido en nuevas empresas, grandes obras viales, mejoramiento del nivel de ingresos de un porcentaje de la población, mejores oportunidades de salud, vivienda y educación. No obstante lo anterior, este crecimiento no ha ido de la mano de un aumento en el desarrollo tecnológico nacional, ni en la generación de conocimiento de frontera, situación que se refleja en los indicadores de competitividad del país que lo sitúan, en esta materia, en lugares secundarios a nivel internacional. Esta es una tarea pendiente que tiene nuestro país, y que es necesario superar, si se quiere mantener altas tasas de crecimiento, factor imprescindible para que la población pueda seguir mejorando su nivel de vida. Existe conciencia que no será a través de las materias primas de las que se dispone que el país alcanzará un nivel de país desarrollado, sino que esta condición se producirá si existe la capacidad de agregar valor a las exportaciones y si se forma a los profesionales e investigadores que el país necesita.

A la fecha, varios son los sectores que han alcanzado una reconocida competitividad a nivel internacional. Cabe señalar dentro de éstos a los sectores minero, forestal, pesquero, frutícola y vitivinícola, los cuales se han visto favorecidos en su desarrollo por las características naturales que el país posee, las que sumadas a las ventajas comparativas y de contra estación, generan condiciones que, junto a las inversiones efectuadas y a políticas públicas coherentes, explican los logros alcanzados. Sin embargo, para mantener este crecimiento y desarrollo en una economía globalizada,  resulta imperativo e indispensable iniciar un ciclo de dominio tecnológico, donde el conocimiento y no las materias primas sean los que sustenten el crecimiento que el país necesita. Para ello, es fundamental sentar las bases y crear las condiciones que permitan la generación de conocimiento, de tal forma, que el crecimiento económico esté basado no sólo en el aumento del volumen de producción y exportación de productos masivos, sino también en el aumento del valor agregado de los productos, a través de innovaciones tecnológicas y una formación y capacitación profesional adecuadas; todo lo anterior, con el apoyo constante de  redes de articulación eficientes entre la ciencia, la tecnología y el mercado.

En este contexto, la interacción entre universidades y empresas es de un alto interés estratégico. Para que esto suceda, es preciso que las universidades y las empresas participen con voluntad y de manera activa en el proceso de generación y transferencia de conocimiento; que las empresas refuercen su voluntad de investigación, teniendo presente su desarrollo a mediano y largo plazo, y que existan entes de interfaz competentes, entre las instituciones que generan conocimiento científico y tecnológico y las demandas reales del mercado.
cedf

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