.
.
El proceso que va desde la idea al mercado puede tomar años y está lleno de obstáculos. Por ello, la Oficina de Transferencia y Licenciamiento de la Universidad de Concepción acompaña a las y los investigadores, buscando que sus inventos y soluciones se masifiquen con éxito. Hoy, más de 300 tecnologías integran el portafolio de tecnologías UdeC.
Una característica de la Universidad de Concepción es la gran diversidad de disciplinas que se encuentran presentes en sus aulas y laboratorios. Esta variedad temática ha permitido, desde sus orígenes, ofrecer investigaciones en múltiples áreas, que dan respuestas a preguntas acotadas y puntuales, profundas y amplias, o también de tipo prácticas, siendo el común denominador la capacidad de ofrecer nuevas soluciones.
Por eso no sorprende que, desde 2003 a la fecha, 63 tecnologías nacidas en esta Universidad hayan sido licenciadas a empresas u organizaciones en Chile y en el extranjero, diez de ellas sólo en los últimos 8 meses, lo que muestra un progresivo aumento de este tipo de contratos. Por esta vía, probióticos, colorantes naturales, sistemas de monitoreo de recursos hídricos, sensores, paneles aislantes y otras innovaciones llegan a usuarios en todo el país, atendiendo así a necesidades de rubros tan variados como la construcción, la minería, la agricultura o la salud. ¿Pero qué significa que la Universidad de Concepción entregue una licencia?
Andrea Catalán Lobos, directora ejecutiva de la Oficina de Transferencia y Licenciamiento de la Universidad de Concepción, explica: “El proceso de licenciamiento implica que la Universidad, a partir de los activos intelectuales que tiene, otorga una posibilidad de uso llamada ‘explotación comercial’ a un tercero, derecho que se entrega con distintas características. Puede ser, por ejemplo, un derecho de uso exclusivo, o de uso exclusivo en un territorio en particular”. Es decir, dependiendo de cómo sea la negociación, el proceso de licenciamiento tendrá distintas características y otorgará distintos derechos a los terceros para el uso de las tecnologías UdeC.
El licenciamiento es el tramo final de una larga lista de hitos, que comienza con un proyecto de investigación. “El proceso de licenciamiento es largo y requiere conocerse entre las partes, ya que, para que nosotros podamos establecer una hoja de términos, que es el inicio de una negociación de licencia, es necesario que conozcamos las características de la empresa y su plan de negocio con esta tecnología”, apunta Catalán. Pero no solo eso. Entender que se trata de un trabajo en alianza es fundamental. “A nosotros nos interesa que les vaya bien, por lo tanto, tenemos que entender cómo van a explotar la tecnología en el mercado”, enfatiza.
Es difícil estandarizar el sinuoso recorrido que va desde la hipótesis hasta que la solución llega a la sociedad; sin embargo, un paso imprescindible es la protección de los resultados obtenidos. “Para nosotros como Universidad, la protección intelectual es fundamental, porque buscamos mantener esos activos intelectuales bajo nuestra administración y, por lo tanto, es parte de la estrategia de comercialización de una tecnología”, destaca Catalán.
Este paso crucial permite que las investigaciones desarrolladas en la Universidad de Concepción sean ofrecidas luego a agentes externos, quienes a su vez juegan un rol clave en la maduración de estas incipientes innovaciones. Se requieren pruebas, tanto de laboratorio como de campo, en condiciones simuladas y reales, así como una serie de ajustes, para que las tecnologías resuelvan de forma efectiva y eficiente un problema. “Hay agentes externos, como las empresas, que reciben estas tecnologías y su rol es que las tecnologías salgan de la Universidad y provoquen impacto, produciendo así la innovación. Nosotros necesitamos estar vinculados permanentemente con ellos, ofrecer esas tecnologías y facilitar su implementación en el mercado”, declara Catalán. Pero no son los únicos actores que entran en la ecuación. “Existen otros agentes externos, como por ejemplo los ‘hub’ tecnológicos, que nos ayudan como intermediarios para acelerar algunos procesos de instalación en el mercado. También podemos nombrar a centros de investigación, centros de escalamiento, y a varias otras organizaciones que se conforman como distintas piezas de un puzle”, sintetiza.
Problemas locales, impactos globales
Las tecnologías UdeC suelen licenciarse para su masificación y comercialización a empresas establecidas, aunque en los últimos años también son startups o spin-off universitarias, empresas formadas por las y los investigadores quienes se hacen cargo de esta etapa. Así lo explica el director de Desarrollo e Innovación de la Universidad, Dr. Jorge Carpinelli Pavisich:
“La transferencia tecnológica desde las universidades ha ido incorporando instrumentos facilitadores altamente especializados que refuerzan este quehacer. Una alternativa que nos desafía a contar con las herramientas oportunas y adecuadas es acompañar e impulsar la creación de empresas de base tecnológica, ya sean constituidas por miembros de nuestra comunidad universitaria o profesionales externos, pero muy vinculados a nuestro ecosistema de innovación”. Carpinelli apunta que estas spinoffs surgidas del seno de la Universidad deben ser dinámicas y estimuladoras de líneas de I+D estratégicas, y juegan un papel clave en el desarrollo de clusters de alta tecnología en torno a las universidades. “Para esto, desde la universidad ponemos a disposición nuestra Plataforma de Incubación, Incuba UdeC, con todo su portafolio de programas de ayuda y formación, así como las capacidades de gestión de nuestra OTL y la experiencia de la Unidad de Propiedad Intelectual en estas materias”.
Esta política de apoyo institucional al desarrollo de nuevas tecnologías implica que las licencias firmadas sean de diversa índole. Algunas permiten probar las tecnologías antes de masificarlas, otras restringen su uso a un cierto territorio, permitiendo que otras empresas se sumen para comercializar en otras latitudes. Algunas licencias, incluso, facilitan que la tecnología sea utilizada de manera gratuita por sus usuarios finales. “Una de nuestras principales misiones es la investigación y es de estos trabajos, en distintas disciplinas, de donde se desprende la mayor fuente de conocimientos o tecnologías innovadoras”, enfatiza Carpinelli, quien agrega: “Esta actividad lleva implícita la necesidad de transferir los resultados de las investigaciones para ser aplicados en el entorno productivo o social. Por lo tanto, asumimos como objetivo propio la traducción de las investigaciones en valor social y comercial, buscamos ser capaces de empaquetar y transferir de manera efectiva estos nuevos conocimientos, procesos o productos, aportando al bienestar de nuestra sociedad”. En general, una transferencia hacia una empresa conlleva un beneficio económico (royaltie). Sin embargo, también se pueden impulsar transferencias que tienen un carácter de “bien público”, sobre los cuales no hay una retribución comercial, sino más bien un impacto relevante en las comunidades que demandan estas soluciones.
El impacto de las tecnologías UdeC, tanto en el medio nacional como internacional, dan cuenta de un fortalecimiento del ecosistema interno de I+D+i+e, capaz de ofrecer el apoyo que las y los investigadores requieren. En este sentido, Carpinelli destaca que es recurrente ver a la Universidad de Concepción en posiciones de liderazgo en esta materia, o siendo reconocida por la calidad de su trabajo de I+D. “Lo anterior nos debe alentar a mantener un nivel de excelencia y nos impone el desafío de que estos buenos resultados vayan siendo paulatinamente muy valorados en el progreso y la carrera académica de nuestros investigadores e investigadoras que recorren este camino”.
Las últimas tecnologías transferidas desde la UdeC son las siguientes:
- “Probiótico contra Helicobacter pylori”, proyecto liderado por la Dra. Apolinaria García Cancino, académica de la Facultad de Ciencias Biológicas, y licenciado a la empresa italiana Sacco System, que comercializará el producto a Asia, Asia Pacífico, Europa y América del Norte.
- “Algafex”, bio-desinfectante líquido en base a algas, formulado por el equipo liderado por Katherine Sossa Fernández, académica de la F. de Ciencias Forestales. Se trata de una licencia de prueba entregada a la empresa Green Focus B SpA.
- “Ema@libs”, metodología desarrollada por Jorge Yañez Solorza y su equipo, de la F. de Ciencias Químicas, que permite determinar análisis elementales y mineralógicos de muestras de extractos minerales. Fue licenciada a la empresa Eleminerals SpA.
- Desde la F.de Farmacia, el equipo del profesor Cristian Agurto Muñoz cuenta con dos licencias en este periodo: un antiviral contra el herpes simple, licenciado a la empresa Algiddeon, y una formulación para crear colorantes naturales, licenciada a la empresa Coloris.
- Por su parte, el “Sistema de Monitoreo para la participación local en la gestión integrada de cuencas, (SIMOL)”, proyecto liderado por la académica de la F. de Humanidades y Arte Noelia Carrasco Henríquez, fue entregado vía licencia a dos entidades: la Unión Comunal de Agua Potable Rural de Ránquil y la agrupación Pewenken. En ambos casos, se trata de licencias no onerosas.
- “Pintura anticorrosiva”, del equipo del profesor Manuel Meléndrez Castro, licenciada a la empresa de Cañete DITNOVA SpA, y los “Sensores Crack Gauge”, del académico Carlos Medina Muños licenciados a CADETECH, son dos tecnologías desarrolladas desde la F. de Ingeniería.
- Finalmente, la investigadora Cecilia Fuentealba Becerra, de la Unidad de Desarrollo Tecnológico (UDT), lidera el proyecto “Panel de fibra de corteza de eucaliptus”, licenciado a Aislacor SpA.
De las aulas y laboratorios a la sociedad y la industria
La Dra. Noelia Carrasco Henríquez divide su tiempo entre las clases en el Departamento de Historia y el programa Ciencia, Desarrollo y Sociedad en América Latina (CIDESAL), apoyado por la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo. “Siempre he tenido una vocación por la ciencia aplicada, por conocer cómo las ciencias participan de la vida social, es una cuestión que siempre ha sido parte de mis preguntas de investigación y de mi trabajo”, explica la antropóloga.
Por ello, cuando realizó el diagnóstico en el marco del proceso de gobernanza de cuencas en la zona de Ránquil, observó que las organizaciones locales de agua carecían de todo tipo de apoyo en capacitación, formación o acompañamiento. “No existen herramientas, ni recursos para apoyar su trabajo, lo que se valoró como especialmente grave, en el actual contexto de crisis hídrica”. De ahí, la necesidad de asumir como compromiso la generación de iniciativas para fortalecer el trabajo de los comités de agua potable y no potable rural.
Dado este escenario, ejecutaron en plena pandemia un proyecto financiado por el programa Fondef IdeA, al que llamaron SIMOL (Sistema de Monitoreo para la Participación Local en la Gestión Integrada de Cuencas). Para su implementación, contaron con la Unión Comunal de Comités de Agua Potable y no Potable Rural de la comuna de Ránquil, destacando la participación de su presidenta Jeannette Calvet Tapia para convocar y articular el trabajo. Al concluir, el proyecto presentó como prototipo un manual, disponible en el sitio web como una plataforma interactiva y en formato de audio libro. Hoy, el equipo del proyecto está en conversaciones con una empresa interesada en desarrollar a partir de los datos levantados por SIMOL, una tecnología adaptable que sea aplicable en cualquier lugar y condición, para comités de agua potable a lo largo del país.
En tanto, el Dr. Cristian Agurto Muñoz es subdirector del Centro de Biotecnología, y encabeza el Grupo Interdisciplinario de Biotecnología Marina (GIBMAR), con más de 15 años de trayectoria. “Con el tiempo”, detalla, “hemos ido desarrollando paquetes tecnológicos en generación de tecnología, muchas de ellas con protección intelectual y generación de patentes para transferirlos al sector privado”.
El académico destaca que en los últimos años se han empezado a facilitar, promover y dar oportunidades para transferir las tecnologías no solo a empresas externas, sino también a los propios investigadores. “Evidentemente, es un paso importante: pasar de la investigación fundamental, a llegar al desarrollo tecnológico, a responder a dolores de la industria y del mercado y a las necesidades de la población, a través de soluciones tecnológicas (biotecnológicas, en este caso); y luego pasar a ser un inventor y luego un emprendedor tecnológico. Esto, sin duda, marca la vida académica y curricular, porque son desafíos y riesgos que uno va a asumiendo y va enfrentando con motivación”.
Su visión de esta transformación es que impacta de forma positiva su labor docente. “Nuestra misión fundamental en la Universidad es la docencia, que tiene que estar siempre actualizada”. Una forma de mantenerse al día y que la enseñanza sea atractiva para las y los estudiantes, señala, es tener proyectos de investigación. “Una dimensión mayor es generar protección intelectual, transferir esa tecnología a una empresa para que la lleve al mercado. Eso creo que es un tremendo ejemplo de vigencia y poder transmitir al alumnado que tiene el deber de impactar en la sociedad”. Finalmente, Agurto destaca que, en la institución, se valore cada vez más el desarrollo tecnológico y las ciencias aplicadas. “Hasta hace no mucho no tenía el mismo valor en las evaluaciones docentes y creo que la Universidad, dentro de todas sus misiones, también tiene que ser un polo de desarrollo tecnológico”.